Hacia Tuxpan y más acá

Todos levantándose desde temprano, Jorge y Sergio metiendo el vestuario en una mochila, Babú (también conocido como Israel pero todos le dicen Babú) tratando de despertar, Guajo (alias Estefanía) dando vueltas por la casa, mientras Martín preparaba el coche para salir; a los quince minutos  ya estaban todos dentro del carro recibiendo instrucciones de Martín que no iría a este viaje (para quedarse con Alethia y la pequeña Devika que no tarda en llegar a este mundo); más adelante en el camión se unirían Roberto (malabarista) y los músicos, Gilberto, Rubén y René.

El camión saldría a las 8:30 pero (el gran PERO) el equipo de Juglaria no era el único que tenía que participar  en la Feria regional del libro en Tuxpan, había dos grupos más, dos grupos de músicos que se presentarían esa misma tarde, un integrante de alguno de esos dos grupos no llegaba (cuenta la leyenda que venía de Cardeles y por eso se estaba tardando en llegar) por lo que la salida se retrasó poco más de una hora, aunque afortunadamente no afectó ninguna función.


Después de cuatro horas de viaje y una parada en un oasis milagroso al que todos conocemos como OXXO (todos en el camión estaban que morían de hambre) por fin la esperada llegada a Tuxpan, el equipo de Juglaria sería el primero en pasar, así que Jorge fue a preguntar a la organizadora cómo se iba a distribuir el horario, comidas, hora de regreso, de qué lado masca la iguana, el precio del euro en comparación con el dolar, etc. Después todo el equipo subió al escenario para empezar con las pruebas de sonido, revisar el escenario a lo largo  ancho de toda su extensión territorial y tal vez más allá (tampoco hasta el infinito).


Llegó el momento en el que todos se pusieron felices: la hora de comer y con un buffet nadie podía quejarse, de hecho surgió el culto a la adoración al pay frío de limón durante esa comida (para entrar debes comer un pedazo enorme de pay de limón, ese que hacen con  galletas marías).
Ya bien comidos, tranquilos,  empezó lo mero bueno, a revisar pases con malabares, los músicos con ajustes en sus instrumentos y a las 5:34 de la tarde con 1.5 décimas de segundo, comenzó la función:  Jorge y Sergio abrieron con el número de robarse la maleta y jugar en el escenario, mientras la música en vivo llamaba más y más la atención de la gente que llegó para llenar todos los asientos, incluso a los alrededores en las escaleras de la plaza y en donde hubiera lugar, había gente sentada o parada viendo con una amplia sonrisa el show.



  
 


Entre las bocinas y cables apareció Babú con sus sombreros para hacer un pequeño acto de malabares  y lanzamiento a menos de 100 metros con sombreros con escala en participación involuntariamente voluntaria con el público; terminó su acto y entró Roberto  con agilidad de chicle dotado de equilibro de gato a hacer un poquito de acrobacia sazonada con más malabares, trucos con clavas y pelotas. Aaah pero no cualquier pelota, pelotas de futbol, y la afición estaba eufórica señoras y señores, pero no hubo gol, sólo atrapadas precisas acompañadas de niños emocionados.


Volvieron Babú y Sergio al escenario mientras Roberto salía (la gente viene y va por siempre y para siempre) siguieron con una clownesca competencia desequilibrada de equilibrios, mientras los niños reían en el público al ver cómo se arrebataban los objetos Babú y Sergio; si, niños felipes con calcetines.







Los malabares con todo el grupo volvieron pases, pases, cruces de clavas y flashes de colores en  una lluvia horizontal intergaláctica semi cósmica anti gravitacional que fluía por el escenario mientras los músicos seguían al full haciendo un cierre lindo que reflejaba una plaza llena y una multitud de caras sonrientes, ni más ni menos, the end para el show.


 


Todos bajaron del escenario, a guardar cosas, saludar gente, recibir felicitaciones de los otros grupos de música, cambiarse la ropa, prepararse para la cena (que fue muy esperada después del atracón de la hora de la comida). Alma Alfaro se unió al grupo después de que fueron entregados reconocimientos a los participantes de la feria (y no era cuadro de honor pero si honorables participantes sensei).


A cenar, a cotorrear, a regresar al camión y esperar a los otros grupos para poder volver a Xalapa, esto significó cuatro horas más de camino, ronquidos, gente dormida pero feliz; un buen día y buena función acompañada de buenos recuerdos.

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