Agradecemos al Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP)
su apoyo y confianza en nuestra labor.
Una breve crónica de nuestra compañera Estefanía Reyes del evento "Cadena de letras" que organiza el IMACP:
Veinte para las once de la mañana, gente dispersa como
pollitos paseando por un corral, la gente del evento acomodándose y acomodando
libros (que más tarde serían brutalmente desacomodados). Mientras el organizador indicaba dónde se haría cada actividad: intercambio de libros,
lectura de libros, mesa de libros, cuenta cuentos con cuentos basados en
libros, libros, libros, más libros y, por el otro lado, un
grupo de chicas con trajes de princesas rosa pink de Disney listas para bailar
el oppa gangam.
Martín llegó cargando la maleta del show y la maleta con los
cables para audio, apenas se le indicó dónde se tenía que ubicar y, con velocidad de chancla voladora de mamá sensei cuando se enoja, fue con la
maleta del show frente a las sillas del público que se empezaban a ocupar.
Tras unas breves palabras para anunciar lo que estaba por empezar, mamás con niños y señoras llegaron a sentarse para escuchar mejor, otros se fueron a curiosear la mesa de libros, o a tomarse fotos con las princesas del imperio del castillo azul; mientras el show de Juglaria empezaba. Martín comenzó con el cuento “Onga Bonga” y considerando que en el público habían muchas señoras con sus nenes, es muy seguro que la mayoría recordó cuando sus hijos eran bebés o, simplemente unos meses más peques; incluso repetían las palabras mágicas del cuento cada vez que se los pedían “Onga Bonga”.
Tras unas breves palabras para anunciar lo que estaba por empezar, mamás con niños y señoras llegaron a sentarse para escuchar mejor, otros se fueron a curiosear la mesa de libros, o a tomarse fotos con las princesas del imperio del castillo azul; mientras el show de Juglaria empezaba. Martín comenzó con el cuento “Onga Bonga” y considerando que en el público habían muchas señoras con sus nenes, es muy seguro que la mayoría recordó cuando sus hijos eran bebés o, simplemente unos meses más peques; incluso repetían las palabras mágicas del cuento cada vez que se los pedían “Onga Bonga”.
Terminó el cuento, apareció Sergio de la nada, tal vez lo
aventó por ahí una parvada de palomas de las que le dan vueltas al zócalo
(exagero, llegó a la mitad de “Onga bonga” pero decirlo así nada más es muy aburrido), mientras él comenzaba a contar un cuento nuevo, ya había
muchas personas alrededor que no alcanzaron lugar para sentarse porque querían escuchar la
historia.
Martín volvió al escenario, cosa, o mejor dicho lugar asignado para que contara otro cuento,
esta vez con el cuento del Oso con la espada, ya que con este cuento saca un
registro vocal (desde ardilla a voz tipo personaje amarillo cuyo nombre les dejo de tarea) se escucharon risitas de niños y niñas que rara vez se distraían, incluso
algunos señores y señoras gentemaduradulta en momentos dejaban que se asomara
un niño dentro de ese espiral que traen en la cabeza todos los días lleno de
cosas de gente grande. El momento estrella fue cuando Martín dijo: “Y los
pajaritos salieron volando”, porque la comunidad de palomas del zócalo salió a
dar unas vueltas en ese momento (seguramente hubo trato directo con las palomas
para hacer algo tan poético y repentino, pero igual se vio bonito).
Se le unió Sergio a Martín para contar el cuento de Mamá
gallina y el pollo feroz (para ese momento ya había más gente y más risas) con
los tres pollos y el señor cocodrilo que viven en la maleta del show (un
pent-house con vista a lo que haya afuera de la maleta, así de chido es en donde viven). Sonidos de pollo, más ñom ñom,
más narrador, más chiquillos con mamás felices da como resultado un buen cuento
y acentuándolo con malabares de pollos a cargo de Martín, aún mejor.
Para empezar a concluir la función, Martín y Sergio
siguieron con el rap "La Fiesta chipocluda", esta vez coreados por
niños acompañados de sus mamás y papás, aunque de vez en cuando fallaban al
momento de entrar, se les veía la determinación como de reina Padme-Amidala
para participar.
Un pequeño número con equilibrios por parte de Sergio, con algunas bromas y pollos en puestos en peligro (puestos en peligro, no lastimados, ningún pollo fue lastimado durante este show), luego malabares entre Martín y Sergio que además pasaron a una niña con brillitos y líneas de happy feliz princess rosa pink a pararse en medio de la lluvia de clavas durante los malabares. Unas cuantas palabras y game over con el show, aunque Martín se aventó a leer un captílo del libro Matilda (que por desgracia no estaba dentro del programa de intercambio ó préstamo de libros) de Roald Dahl. A guardar clavas y pelotas y deambular un rato por la mesa de libros y ciao good bye, arriverdchi zócalo de la ciudad de Puebla.
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