Arrancando 2013: "A paso de Juglar"


Gracias a Rosario Burgos, Edna Miranda y Karla Johana,
maravillosas amigas quienes tocaron a mi puerta.



El 6 de enero, a media función, noté que tenía una infección en las vías respiratorias. De eso han pasado casi veinte días y si bien he mejorado mucho, no se va del todo, decidí dejarla fluir sin medicamento, pero ahora mis oídos están con un zumbido y creo que es tiempo de revisar exactamente qué pasa con este bicho molesto. Sin embargo, mi amiga y médico está enferma y con su bebé recién nacida, así que combatiré con medios naturales y poco agresivos, con cuidados y buena vibra a este bicho molestoso con cara estreptococo.
Levaba meses tratando de concretar una función en Orizaba, para el jardín de niños donde trabaja mi amiga Chayo, no salía nada por allá, estaba cansado, me hacía bolas con los horarios y un montón de cosas surgían de pronto. Después de dos semanas de reposo obligado, decidí abrir una fecha para Orizaba-Córdoba-Fortín, puse un aviso en  http://www.facebook.com/JuglariaCuentos, que es el muro de Juglaria:

 Tenemos la firme intensión de hacer una mini gira en la región CÓRDOBA - ORIZABA antes que termine enero, interesados, favor de comunicarse INBOX. GRACIAS MIL

Y le avisé a Edna, otra amiga que estaba interesada desde hacía ya un par de años en que fuera a su jardín. Además, tenía el pendiente de hacer una función en la biblioteca que coordina mi amiga Karla.
Una gira de cortesía, de exploración y re conocimiento. Porque en Orizaba trabajamos mucho hace algunos años, de ahí es Ray Cadó y Lupe Cabrera, compañeros y amigos de andares. De hecho hace años hicimos un par de funciones en el Teatro Llave, algunos días de parrandas e incluso unas apariciones en la feria del Libro de hace unos 4 años, calculo.
Yo no tenía muchas ganas de comenzar el viaje, porque Alethia me acompaña siempre y hacemos un buen equipo, pero esta vez ella debía quedarse a descansar, su panza de ocho meses no le permite estar viajando tanto tiempo, además era muy rápido sólo dos días. Sergio estaba enfermo y Estefanía se contagió de bronquitis.
Quizá más de dos años de no hacer una gira solo, ni pequeña ni grande. No me entusiasmaba la idea, porque estaba habituado al apoyo, sin mucha condición física, un poco enfermo aún, en fin. Incluso llegué a pensar que me costaría mucho trabajo sostener una hora de función.
Una noche antes casi no podía dormir, había hecho siesta larga y no quería despegarme de Alethia y de nuestra nena que está en su panza. Seis horas de sueño y en la fría madrugada de invierno levantarse, terminar de organizar las maletas, meter todo al auto, besos y nostalgias por anticipado y seguir.
¿Por qué? ¿Por qué no quedarme en casa, cuidando el embarazo, descansando el resto de la enfermedad? ¿Qué iba a hacer? No había dinero de por medio, no había más que  una serie de funciones de cortesía evitables, postergables; sin embargo, decidí hace tiempo establecer un compromiso, soy consciente: este no es mi trabajo, sino mi forma de vida. Cuesta un poco a veces, pero imposible no, nada de eso.
En fin, tomé el volante y comencé el camino. Un poco de gasolina y de pronto, entre el tráfico y los líos de obras estaba saliendo a las 8 de Puebla, debía estar en Fortín a las 9, con promotoras de Salas de Lectura en su primer parador de libros. Aceleré un poco y seguí, la selección musical daba vueltas y Café Tacuba me acompañó buena parte del camino. Pese a la velocidad me di chance de tomarle una foto al Pico de Orizaba, del lado en que se ve el telescopio gigante del INAOE.


Extrañaba ir platicando, bajando ideas y proyectos. Pero a la vez me gustaba fluir de otro modo, como al principio, cuando con mi maleta iba y venía, entre autobuses, railtes y cualquier modo de llegar a dar función. Ahora conduciendo, pensado, buscando formas de llegar a la gente, imaginando. Por fortuna no hubo ni un solo contratiempo, a no ser por unas patrullas de caminos cuya presión me hizo bajar un poco la velocidad.
Llegué 9:15 al centro de Fortín, junto al kiosco donde está una cafetería, pusieron una banca con dos estanterías con libros. Los niños de un kínder y de una primaria integrada estaban sentados alrededor de El Paralibros, llegué ahí por una amiga de la universidad. Sí, aunque no pueda concebirse, existen personas serias y decentes de literatura con aprecio por este trabajo, así que mi amiga me dijo que su mamá en Fortín estaba haciendo labor de promoción a la lectura, me puso en contacto con ella y logramos en dos día hacer una hermosa función. Hice de traductor de un pequeño al que le entendía poco, pero no paraba de participar y al final sentí en abrazos el cariño y la admiración de los chicos por un tipo que juega a los cuentos.




Al final, María Luisa Vimbert Guarneros me regaló café y con sus compañeras quedamos en repetir pronto la experiencia. Pese a sus insistencias por invitarme a desayunar en el cafecito del kiosco, tuve que irme. La verdad, se me antojaban mucho unos chilaquiles con café de ahí, pero ni modo me esperaba un grupo de directoras de jardines de niños en Orizaba, así que tomé el auto y a regresar un poco en la misma carretera.
Veinte minutos más tarde estaba en Orizaba, tratando de hallar el kínder, pero luego de un par de vueltas me di cuenta que sólo me había pasado de largo, así que llegué. Me presentaron a las maestras y fuimos a la reunión de directoras.


El magisterio tiene usos y costumbres muy singulares, así que mientras tomaban café y charlaban le pedí a la ATP si me dejaba usar su computadora y el proyector para mostrarles el video de Juglareadas (http://youtu.be/d-Bwrp7sXOU)



Una vez con todo listo, las directoras de jardines de niños públicos y particulares me escucharon, primero les mostré lo que hace Juglaria y el video, luego les conté el porqué es importante contar historias y, al final, Matrioska se llevó los aplausos. Quedamos en volver, según planes, la segunda semana de febrero haremos una gira en Orizaba, llevando las juglareadas a muchos jardines de niños.
Regresamos al colegio Konetzin, donde conocí a los chicos maravillosos con los que trabaja mi amiga Charo. Una pequeña de tres años me voló la cabeza, era como un pequeño adulto en el cuerpo de una niña, hablando perfectamente, con los desplantes y modos de un adulto en pleno. Logré ver a través de la pequeña a su mamá y se lo dije a mi amiga. Sorprendida me dijo que cómo lo sabía, le respondí que es simple los chicos son los espejos de los padres, es muy fácil ver en los modos de un pequeño el apoyo, tiempo y maneras de los adultos hacia ellos. Porque los niños son la suma de lo que ven, oyen, sienten y piensan con ellos. Al final de la mañana fui a casa de mi hermana a comer.
Las 5 de la tarde y el comentario: uy no tarda en llenarse la carretera, sobre todo en la caseta se hacen unas filas terribles. Salí corriendo, tenía una hora para llegar a la biblioteca Rafael Delgado Sains en la colonia El Trébol de Orizaba. Contrario a mis temores la carretera estuvo muy bien, sólo que lluviosa. Me acompañaría mi amiga Charo, cuando la busqué en el sitio convenido no estaba, me pasé un poquito y estacioné. Era un poco tarde, me comencé a poner nervioso. Es horrible llegar tarde porque los organizadores se estresan, se desconciertan, por eso trato de estar lo más puntual posible. En realidad en el tema de sonido u organización no hay tanto lío, es relativamente simple el acomodo de un cuenta cuentos, el problema comienza cuando la gente comienza a estar tensa, es más fácil trabajar sin micrófono en un foro grande que hacerlo en un foro pequeño con micrófono y organizadores molestos.
Mi amiga llegó pronto y llegamos a muy buen tiempo a la biblioteca. Maravilloso asunto la bienvenida, unas 100 personas en sus sillas, un grupo de cuarto año esperando ansioso para hacer una entrevista que les pidió de tarea su maestra. Esperábamos algunas autoridades municipales, enviaron representantes y todo re bien. Fue linda función porque cantamos, jugamos y al final la maravilla de los chicos haciendo preguntas, alunas de las anotadas en clase y otras que fueron descubriendo ellos mismos.



Les pedí permiso de grabar la entrevista, así que en breve la estaré editando y subiendo al canal de youtube (http://www.youtube.com/elmismisimus ).


Eran las ocho y el día no terminaba, aún faltaba ir a TVO, la televisora local para una entrevista sobre la función del día siguiente. Llovía, seguí la camioneta de Rosalinda Flores  hasta la radio.
Nos recibieron con calma, primero ante sala, luego otra antesala y, cercanos a la hora, en una mesa donde los conductores nos preguntaron de qué se trata, quién entraría y nos dieron instrucciones de micrófonos y cuestiones técnicas.


Rosalinda, directora de Konetzin, hablaría sobre lo formal y yo contaría una historia y respondería un par de preguntas. Simple, pero nunca deja de poner un poquito nervioso el asunto de las cámaras. Al final me invitaron a cenar, deliciosos tacos árabes y ahora sí, casi a las 11 pm de vuelta a casa de mi familia.
Viajar, mezclar el trabajo con la vida cotidiana, saber que hay amigos y conectes de trabajo en la misma persona es una maravilla. Claro que es duro al mismo tiempo, con estos ritmos un exceso te hace perder dos días de trabajo, además la lucidez es el ingrediente primordial, no puedes estar fuera de centro para el trabajo con niños. Por eso hay que comer muy bien, descansar adecuadamente y, sobre todo, desarrollar un sentido del auto cuidado muy fuerte.
De mañana, quedé con Edna en comenzar la función temprano, pero no era tan temprano cuando salí de casa de mi hermana. Sabía al dirección del kínder, sabía que me esperaban, pero decidí salir tranquilo, darme el tiempo para ir reuniendo la energía necesaria para la función.
Así que a las nueve salí y me restaba aún un camino un poco incierto, porque no sabía bien cómo llegar. Aunque no fue corto, el camino me resultó muy rápido, hablando con mi sobrina mayor, ella cumplió dieciocho años hace poco, está a punto de ir a la universidad. Yo jugué con ella desde bebé y me deleitaba mirándola crecer, ahora tengo ocho sobrinos y está a punto de nacer mi primer hijo, una niña.
Llegamos a una esquina, me estacioné a afuera del kínder, hermoso y grande. La directora misma salió a abrirme la puerta y me dejó meter el auto al estacionamiento. Comenzaron a salir los chicos minutos antes de las diez de la mañana, yo acomodé el audio y todo listo. Cerca de 180 niños de preescolar sentados en forma de teatro y yo aproveché unos escalones para aforar. Edna vino a saludarme, amabilísima y contenta. Cuando me presentó con los chicos habló de un regalo, de regalar alegría y diversión por el gusto nomás y sí, claro si todo lo bueno de la vida es gratis por qué tendría yo que cobrar por lo que más amo compartir.


La función fue divertida y amable, los chicos estuvieron maravillosos, tanto que permanecieron atentos y tranquilos pese a que ya era hora de su almuerzo y su recreo. Ni cuenta me di, pero la función duró  cincuenta minutos. Al terminar, Edna me llevó a recorrer la escuela. Qué maravilla de jardín el Federico Froebel, ojalá se replicara ese modelo, los chicos tienen acceso a una pequeña alberca, clases de computación, comedor, jardines arreglados, espacios limpios y dignos. Claro que siendo una escuela estatal requieren de la cooperación de los padres, sin embargo, con esos resultados estoy seguro que muchos padres están felices, porque con un 10% de lo que pagarían en un colegio privado los chicos tienen mayores beneficios.


Andando andando fui conociendo a las maestras, maestros y trabajadores del kínder, pero Norma, una simpática profesora me detuvo, me abrazó y confesó: “me gustó mucho tu espectáculo, algo diferente y… es más, cuando terminaste de contar le llamé a mi nieta por teléfono para decirle que tenemos que jugar más. Porque ahora se nos olvida jugar, lo pasamos viendo cine y películas. Muchas gracias”.
Regalos como este dan sentido al camino. Nunca hablé de jugar, nunca hablé de ver tanto la tele, no esta vez, sin embargo, comienza a entenderse mi labor. Y saberlo, sentirlo es maravilloso.
Comimos unos pambazos en la dirección y llegó la hora de volver a casa. Me metí sin querer al centro y me detuvo un chico vestido de agente de tránsito. No me molestó mucho, pero sí me molestó que no fuera capaz de quitarse las gafas de sol. Me resulta insoportable hablar con alguien a quien no puedo mirar a los ojos. Además, nuestro cerebro despierta con la luz del sol en los ojos (son la única parte del cuerpo fotosensible), así que me da la sensación que la gente con gafas está dormida.
Regresar a casa para comer. Unas notas rápidas, compartir música con mis sobrinos que ya buscan opciones para escuchar, así que luego de llenarles algunas memorias y reproductores comer y salir. Despedidas, gracias y nuevamente al camino.
Cuando llegué para la función en el jardín Konetzin todo estaba listo, la manta bellísima que Charo y los niños realizaron, el sonido, las sillas, todo perfecto para comenzar. Sólo conecté mi teléfono al sonido, hice unas pruebas y adelante. Comenzó a llegar la gente, comencé a ver las risas de los niños, con sus ojos fascinados mirándome hacer malabares en el calentamiento.



Rosalinda me dio una cajita con golosinas para que los niños al final tomaran dulces. Unas quince personas, luego veinte y al comenzar la función ya estaba lleno el lugar. No fue la mejor de las tres funciones del viaje, por lo menos a mi parecer. ¿Por qué? Porque si bien gustó mucho y niños y adultos lo pasamos re lindo, a diferencia de una obra de teatro, un espectáculo perfectamente ensayado y planificado, la manera como me gusta contar cuentos tiene mucho de improvisación, de energía, es un juego donde todos jugamos. Y por ello está llena de variantes, de locura. Hay ocasiones que el montaje más acabado, el mejor de todos sale malísimo y otras en que es maravillosa una primera función improvisada, hecha al vapor. Eso me encanta de mi trabajo, termina por ser una fuente inagotable de sorpresas para el público y para mí.
Me gusta el experimento, la creación es siempre eso, un experimento, una búsqueda que no siempre tiene resultados, el chiste es el trayecto, el intento mismo y no los resultados.
Al finalizar la función repartí tarjetas, pude saludar de mano a casi todos los asistentes y tomarme fotos con los niños. Gracias a Charo, a Rosalida, a las maestras y trabajadores del colegio. Entonces fue tomar el auto para volver a casa.
Saliendo apenas, cuando estaba a punto de subirme al auto llegó mi amiga Amby, era día de su cumpleaños. La acompañé a hacer unos pagos y aproveché para ver las novedades de juguetes. Le confesé entonces uno de mis vicios, coleccionar Playmobil, compre algunas cajas de especiales, entre ellas un payaso bellísimo. Luego la dejé en casa y emprendí la vuelta.
Pasé por gasolina, pero ya sobre la autopista. El camino tranquilo, con unas zonas de neblina y traileros lentos, pero fluyendo. En especial uno con anuncios de Trukis, galletas con logo estilo Jarry Poter (en español) porque son de la empresa Gapsa, que es poblanísma. Me acompañaron los discos de Aterciopelados, pude escuchar con mucha atención las canciones de casi todos los disco, bendito sea el MP3. 


Llegué a casa a las 9 de la noche, porque hice poco tiempo de recorrido, pero al llegar a Puebla el tráfico te detiene casi una hora. En casa, me esperaban con sonrisas y alegría. Repartí algunos regalos, conté largo el viaje y me contaron lo que pasó en mi ausencia, le di besos a la panza de Alethia, donde vive por ahora Devika.
Fue un viaje novedoso y diferente a todos, lleno de re encuentros conmigo mismo. Así es como me gusta, sencillo, tranquilo, gente buscando gente, humanos comunicándose, un loco que cuenta cuentos como los juglares de antes y que hoy con auto, avances electrónicos, televisiones y demás decide hacer las cosas desde la base, una voz muchos oídos, risas y alegría haciendo un andar, un andar de juglar.

*Si alguien se pregunta por de dónde salió el dinero de los viáticos, es simple, todos ofrecieron un poco para gasolina, comidas, casetas y al final no gasté, compartí y gané muchísimo cariño, experiencia y probablemente movidas ya con todo Juglaria en esa hermosa región.

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