Gracias a Rosario Burgos, Edna Miranda y Karla Johana,
maravillosas amigas
quienes tocaron a mi puerta.
El 6 de enero, a media función, noté que tenía una infección en las
vías respiratorias. De eso han pasado casi veinte días y si bien he mejorado
mucho, no se va del todo, decidí dejarla fluir sin medicamento, pero ahora mis
oídos están con un zumbido y creo que es tiempo de revisar exactamente qué pasa
con este bicho molesto. Sin embargo, mi amiga y médico está enferma y con su bebé recién nacida, así que combatiré con medios naturales y poco agresivos, con cuidados y buena vibra a este bicho molestoso con cara estreptococo.
Levaba meses tratando de concretar una función en Orizaba,
para el jardín de niños donde trabaja mi amiga Chayo, no salía nada por
allá, estaba cansado, me hacía bolas con los horarios y un montón de cosas surgían
de pronto. Después de dos semanas de reposo obligado, decidí
abrir una fecha para Orizaba-Córdoba-Fortín, puse un aviso en http://www.facebook.com/JuglariaCuentos, que es el muro de Juglaria:
Tenemos la firme intensión de hacer una mini gira en la región CÓRDOBA - ORIZABA antes que termine enero, interesados, favor de comunicarse INBOX. GRACIAS MIL
Y le avisé a Edna, otra amiga que estaba interesada desde hacía ya un par de
años en que fuera a su jardín. Además, tenía el pendiente de hacer una función
en la biblioteca que coordina mi amiga Karla.
Una gira de cortesía, de exploración y re
conocimiento. Porque en Orizaba trabajamos mucho hace algunos años, de ahí es
Ray Cadó y Lupe Cabrera, compañeros y amigos de andares. De hecho hace años
hicimos un par de funciones en el Teatro Llave, algunos días de parrandas e
incluso unas apariciones en la feria del Libro de hace unos 4 años, calculo.
Yo no tenía muchas ganas de comenzar el viaje, porque
Alethia me acompaña siempre y hacemos un buen equipo, pero esta vez ella debía
quedarse a descansar, su panza de ocho meses no le permite estar viajando tanto
tiempo, además era muy rápido sólo dos días. Sergio estaba enfermo y Estefanía
se contagió de bronquitis.
Quizá más de dos años de no hacer una gira solo, ni pequeña
ni grande. No me entusiasmaba la idea, porque estaba habituado al apoyo, sin
mucha condición física, un poco enfermo aún, en fin. Incluso llegué a pensar que me costaría mucho
trabajo sostener una hora de función.
Una noche antes casi no podía dormir, había hecho siesta
larga y no quería despegarme de Alethia y de nuestra nena que está en su panza. Seis
horas de sueño y en la fría madrugada de invierno levantarse, terminar de
organizar las maletas, meter todo al auto, besos y nostalgias por anticipado y
seguir.
¿Por qué? ¿Por qué no quedarme en casa, cuidando el
embarazo, descansando el resto de la enfermedad? ¿Qué iba a hacer? No había
dinero de por medio, no había más que
una serie de funciones de cortesía evitables, postergables; sin embargo, decidí hace tiempo establecer un compromiso, soy consciente: este no es mi
trabajo, sino mi forma de vida. Cuesta un poco a veces, pero imposible no, nada
de eso.
En fin, tomé el volante y comencé el camino. Un poco de
gasolina y de pronto, entre el tráfico y los líos de obras estaba saliendo a
las 8 de Puebla, debía estar en Fortín a las 9, con promotoras de Salas de
Lectura en su primer parador de libros. Aceleré un poco y seguí, la
selección musical daba vueltas y Café Tacuba me acompañó buena parte del
camino. Pese a la velocidad me di chance de tomarle una foto al Pico de
Orizaba, del lado en que se ve el telescopio gigante del INAOE.
Extrañaba ir platicando, bajando ideas y proyectos. Pero a
la vez me gustaba fluir de otro modo, como al principio, cuando con mi maleta iba y venía, entre autobuses, railtes y cualquier modo de llegar a dar función. Ahora conduciendo, pensado, buscando
formas de llegar a la gente, imaginando. Por fortuna no hubo ni un solo
contratiempo, a no ser por unas patrullas de caminos cuya presión me hizo bajar
un poco la velocidad.
Llegué 9:15 al centro de Fortín, junto al kiosco donde está
una cafetería, pusieron una banca con dos estanterías con libros. Los niños de
un kínder y de una primaria integrada estaban sentados alrededor de El Paralibros,
llegué ahí por una amiga de la universidad. Sí, aunque no pueda concebirse,
existen personas serias y decentes de literatura con aprecio por este trabajo,
así que mi amiga me dijo que su mamá en Fortín estaba haciendo labor de
promoción a la lectura, me puso en contacto con ella y logramos en dos día
hacer una hermosa función. Hice de traductor de un pequeño al que le entendía
poco, pero no paraba de participar y al final sentí en abrazos el cariño y la
admiración de los chicos por un tipo que juega a los cuentos.
Al final, María Luisa Vimbert Guarneros me regaló café y con
sus compañeras quedamos en repetir pronto la experiencia. Pese a sus
insistencias por invitarme a desayunar en el cafecito del kiosco, tuve que
irme. La verdad, se me antojaban mucho unos chilaquiles con café de ahí,
pero ni modo me esperaba un grupo de directoras de jardines de niños en Orizaba,
así que tomé el auto y a regresar un poco en la misma carretera.
Veinte minutos más tarde estaba en Orizaba, tratando de
hallar el kínder, pero luego de un par de vueltas me di cuenta que sólo me
había pasado de largo, así que llegué. Me presentaron a las maestras y fuimos a
la reunión de directoras.
El magisterio tiene usos y costumbres muy singulares, así
que mientras tomaban café y charlaban le pedí a la ATP si me dejaba usar su
computadora y el proyector para mostrarles el video de Juglareadas (http://youtu.be/d-Bwrp7sXOU)
Una vez
con todo listo, las directoras de jardines de niños públicos y particulares me
escucharon, primero les mostré lo que hace Juglaria y el video, luego les conté
el porqué es importante contar historias y, al final, Matrioska se llevó los
aplausos. Quedamos en volver, según planes, la segunda semana de febrero
haremos una gira en Orizaba, llevando las juglareadas a muchos
jardines de niños.
Regresamos al colegio Konetzin, donde conocí a los chicos
maravillosos con los que trabaja mi amiga Charo. Una pequeña de tres años me
voló la cabeza, era como un pequeño adulto en el cuerpo de una niña, hablando
perfectamente, con los desplantes y modos de un adulto en pleno. Logré ver a
través de la pequeña a su mamá y se lo dije a mi amiga. Sorprendida me dijo que
cómo lo sabía, le respondí que es simple los chicos son los espejos de los
padres, es muy fácil ver en los modos de un pequeño el apoyo, tiempo y maneras
de los adultos hacia ellos. Porque los niños son la suma de lo que ven, oyen,
sienten y piensan con ellos. Al final de la mañana fui a casa de mi hermana a
comer.
Las 5 de la tarde y el comentario: uy no tarda en llenarse
la carretera, sobre todo en la caseta se hacen unas filas terribles. Salí
corriendo, tenía una hora para llegar a la biblioteca Rafael Delgado Sains en
la colonia El Trébol de Orizaba. Contrario a mis temores la carretera estuvo
muy bien, sólo que lluviosa. Me acompañaría mi amiga Charo, cuando la busqué en
el sitio convenido no estaba, me pasé un poquito y estacioné. Era un poco
tarde, me comencé a poner nervioso. Es horrible llegar tarde porque los
organizadores se estresan, se desconciertan, por eso trato de estar lo más
puntual posible. En realidad en el tema de sonido u organización no hay tanto
lío, es relativamente simple el acomodo de un cuenta cuentos, el problema
comienza cuando la gente comienza a estar tensa, es más fácil trabajar sin
micrófono en un foro grande que hacerlo en un foro pequeño con micrófono y
organizadores molestos.
Mi amiga llegó pronto y llegamos a muy buen tiempo a la
biblioteca. Maravilloso asunto la bienvenida, unas 100 personas en sus sillas,
un grupo de cuarto año esperando ansioso para hacer una entrevista que les
pidió de tarea su maestra. Esperábamos algunas autoridades municipales,
enviaron representantes y todo re bien. Fue linda función porque cantamos,
jugamos y al final la maravilla de los chicos haciendo preguntas, alunas de las
anotadas en clase y otras que fueron descubriendo ellos mismos.
Les pedí permiso de grabar la entrevista, así que en breve
la estaré editando y subiendo al canal de youtube (http://www.youtube.com/elmismisimus
).
Eran las ocho y el día no terminaba, aún faltaba ir a TVO,
la televisora local para una entrevista sobre la función del día siguiente.
Llovía, seguí la camioneta de Rosalinda Flores hasta la radio.
Nos recibieron con calma, primero ante sala, luego otra antesala
y, cercanos a la hora, en una mesa donde los conductores nos preguntaron de qué
se trata, quién entraría y nos dieron instrucciones de micrófonos y cuestiones
técnicas.
Rosalinda, directora de Konetzin, hablaría sobre lo formal y
yo contaría una historia y respondería un par de preguntas. Simple, pero nunca
deja de poner un poquito nervioso el asunto de las cámaras. Al final me
invitaron a cenar, deliciosos tacos árabes y ahora sí, casi a las 11 pm de
vuelta a casa de mi familia.
Viajar, mezclar el trabajo con la vida cotidiana, saber que
hay amigos y conectes de trabajo en la misma persona es una maravilla. Claro
que es duro al mismo tiempo, con estos ritmos un exceso te hace perder dos días
de trabajo, además la lucidez es el ingrediente primordial, no puedes estar
fuera de centro para el trabajo con niños. Por eso hay que comer muy bien,
descansar adecuadamente y, sobre todo, desarrollar un sentido del auto cuidado
muy fuerte.
De mañana, quedé con Edna en comenzar la función temprano,
pero no era tan temprano cuando salí de casa de mi hermana. Sabía al dirección
del kínder, sabía que me esperaban, pero decidí salir tranquilo, darme el
tiempo para ir reuniendo la energía necesaria para la función.
Así que a las nueve salí y me restaba aún un camino un poco
incierto, porque no sabía bien cómo llegar. Aunque no fue corto, el camino me
resultó muy rápido, hablando con mi sobrina mayor, ella cumplió dieciocho
años hace poco, está a punto de ir a la universidad. Yo jugué con ella
desde bebé y me deleitaba mirándola crecer, ahora tengo ocho sobrinos y está a
punto de nacer mi primer hijo, una niña.
Llegamos a una esquina, me estacioné a afuera del kínder,
hermoso y grande. La directora misma salió a abrirme la puerta y me dejó meter
el auto al estacionamiento. Comenzaron a salir los chicos minutos antes de las
diez de la mañana, yo acomodé el audio y todo listo. Cerca de 180 niños de
preescolar sentados en forma de teatro y yo aproveché unos escalones para
aforar. Edna vino a saludarme, amabilísima y contenta. Cuando me presentó con los
chicos habló de un regalo, de regalar alegría y diversión por el gusto nomás y
sí, claro si todo lo bueno de la vida es gratis por qué tendría yo que cobrar
por lo que más amo compartir.
La función fue divertida y amable, los chicos estuvieron
maravillosos, tanto que permanecieron atentos y tranquilos pese a que ya era hora
de su almuerzo y su recreo. Ni cuenta me di, pero la función duró cincuenta minutos. Al terminar, Edna me llevó a recorrer la escuela. Qué maravilla de
jardín el Federico Froebel, ojalá se replicara ese modelo, los chicos tienen
acceso a una pequeña alberca, clases de computación, comedor, jardines
arreglados, espacios limpios y dignos. Claro que siendo una escuela estatal
requieren de la cooperación de los padres, sin embargo, con esos resultados
estoy seguro que muchos padres están felices, porque con un 10% de lo que
pagarían en un colegio privado los chicos tienen mayores beneficios.
Andando andando fui conociendo a las maestras, maestros y
trabajadores del kínder, pero Norma, una simpática profesora me detuvo, me
abrazó y confesó: “me gustó mucho tu espectáculo, algo diferente y… es más,
cuando terminaste de contar le llamé a mi nieta por teléfono para decirle que
tenemos que jugar más. Porque ahora se nos olvida jugar, lo pasamos viendo cine
y películas. Muchas gracias”.
Regalos como este dan sentido al camino. Nunca hablé de
jugar, nunca hablé de ver tanto la tele, no esta vez, sin embargo, comienza a
entenderse mi labor. Y saberlo, sentirlo es maravilloso.
Comimos unos pambazos en la dirección y llegó la hora de
volver a casa. Me metí sin querer al centro y me detuvo un chico vestido de
agente de tránsito. No me molestó mucho, pero sí me molestó que no fuera capaz
de quitarse las gafas de sol. Me resulta insoportable hablar con alguien a
quien no puedo mirar a los ojos. Además, nuestro cerebro despierta con la luz
del sol en los ojos (son la única parte del cuerpo fotosensible), así que me da
la sensación que la gente con gafas está dormida.
Regresar a casa para comer. Unas notas rápidas, compartir
música con mis sobrinos que ya buscan opciones para escuchar, así que luego de
llenarles algunas memorias y reproductores comer y salir. Despedidas, gracias y
nuevamente al camino.
Cuando llegué para la función en el jardín Konetzin todo
estaba listo, la manta bellísima que Charo y los niños realizaron, el sonido,
las sillas, todo perfecto para comenzar. Sólo conecté mi teléfono al sonido,
hice unas pruebas y adelante. Comenzó a llegar la gente, comencé a ver las
risas de los niños, con sus ojos fascinados mirándome hacer malabares en el
calentamiento.
Rosalinda me dio una cajita con golosinas para que los niños
al final tomaran dulces. Unas quince personas, luego veinte y al comenzar la
función ya estaba lleno el lugar. No fue la mejor de las tres funciones del
viaje, por lo menos a mi parecer. ¿Por qué? Porque si bien gustó mucho y niños
y adultos lo pasamos re lindo, a diferencia de una obra de teatro, un
espectáculo perfectamente ensayado y planificado, la manera como me gusta
contar cuentos tiene mucho de improvisación, de energía, es un juego donde
todos jugamos. Y por ello está llena de variantes, de locura. Hay ocasiones que
el montaje más acabado, el mejor de todos sale malísimo y otras en que es
maravillosa una primera función improvisada, hecha al vapor. Eso me encanta de
mi trabajo, termina por ser una fuente inagotable de sorpresas para el público
y para mí.
Me gusta el experimento, la creación es siempre eso, un
experimento, una búsqueda que no siempre tiene resultados, el chiste es el
trayecto, el intento mismo y no los resultados.
Al finalizar la función repartí tarjetas, pude saludar de
mano a casi todos los asistentes y tomarme fotos con los niños. Gracias a
Charo, a Rosalida, a las maestras y trabajadores del colegio. Entonces fue tomar el auto
para volver a casa.
Saliendo apenas, cuando estaba a punto de subirme al auto
llegó mi amiga Amby, era día de su cumpleaños. La acompañé a hacer unos pagos y
aproveché para ver las novedades de juguetes. Le confesé entonces uno de mis
vicios, coleccionar Playmobil, compre algunas cajas de especiales, entre ellas
un payaso bellísimo. Luego la dejé en casa y emprendí la vuelta.
Pasé por gasolina, pero ya sobre la autopista. El camino
tranquilo, con unas zonas de neblina y traileros lentos, pero fluyendo. En especial uno con anuncios de Trukis, galletas con logo estilo Jarry Poter (en español) porque son de la empresa Gapsa, que es poblanísma. Me
acompañaron los discos de Aterciopelados, pude escuchar con mucha atención las
canciones de casi todos los disco, bendito sea el MP3.
Llegué a casa a las 9 de
la noche, porque hice poco tiempo de recorrido, pero al llegar a Puebla el
tráfico te detiene casi una hora. En casa, me esperaban con sonrisas y alegría.
Repartí algunos regalos, conté largo el viaje y me contaron lo que pasó en mi
ausencia, le di besos a la panza de Alethia, donde vive por ahora Devika.
Fue un viaje novedoso y diferente a todos, lleno de re
encuentros conmigo mismo. Así es como me gusta, sencillo, tranquilo, gente
buscando gente, humanos comunicándose, un loco que cuenta cuentos como los
juglares de antes y que hoy con auto, avances electrónicos, televisiones y
demás decide hacer las cosas desde la base, una voz muchos oídos, risas y
alegría haciendo un andar, un andar de juglar.
*Si alguien se pregunta por de dónde salió el dinero de los viáticos, es simple, todos ofrecieron un poco para gasolina, comidas, casetas y al final no gasté, compartí y gané muchísimo cariño, experiencia y probablemente movidas ya con todo Juglaria en esa hermosa región.
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